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¡No a las armas! Es el
urgente clamor desde
Florida a Nueva York
¿Cuándo van a parar
las balaceras?
¿Cuánto van a esperar
los políticos para asegurar
una ley que controle al
máximo la venta de armas
en los Estados Unidos? Estas
interrogantes, con su consecuente
preocupación, tienen
a millones de personas en el
país dolidas e indignadas de
ver masacres y muertes de
inocentes, como en el más
reciente tiroteo sucedido
en Parkland (Florida) que
dejó el lamentable saldo de
17 víctimas fatales y varios
heridos.
¿Será que es necesaria
más sangre derramada
para que las autoridades
al fin tomen la decisión
de controlar con efi cacia
la venta de armas? Esta es
una pregunta que cae en un
vacío alarmante al escuchar
las tibias respuestas
sobre el tema de algunos
políticos, incluyendo el
administrador de la Casa
Blanca, que desvían la atención
priorizando el asunto
de la salud mental de los
asesinos que la del control
de armas.
Trump, en su discurso a
la nación tras el tiroteo en
Parkland, prometió “encarar
el difícil problema de
la salud mental” pero evitó
hacer mención alguna al
control de armas. El mandatario
dijo que respaldaba
un proyecto de ley sobre
el tema para tratar de
aumentar la eficacia de
la base de datos nacional
sobre antecedentes criminales,
y así impedir que
las personas allí incluidas
puedan comprar armas.
Lo que queda claro en este
triste momento, es que
la mayoría de la gente en
EE.UU. no tiene el mismo
pensamiento del presidente
actual y claman con urgencia
una ley severa para
controlar al acceso de armas
–y así evitar más balas
asesinas en escuelas y en
lugares públicos. Precisamente
así se lo hicieron notar
a Trump directamente
en Washington DC, donde
llegaron decenas de estudiantes
y ciudadanos desde
Florida y otros lugares para
gritarle ¡No a las armas!
Por si fuera poco, una
reciente encuesta reveló
que más de 6 de cada 10
estadounidenses considera
que ni el presidente Trump
ni el Congreso hacen lo
sufi ciente para prevenir tiroteos
masivos en el país.
El sondeo elaborado entre
el 15 y el 18 de febrero para
el Washington Post y la
cadena ABC, indicó que el
62 % de los encuestados
consideran que Trump no
está tomando las medidas
apropiadas tras la matanza
en Florida.
Y el rechazo es aún mayor
a la labor del Congreso. Un
77 % de los encuestados lo
culpa de ser responsable de
las débiles leyes de control
de armas. Una peligrosa situación
que ha dejado aproximadamente
un tiroteo escolar
por semana en lo que
va del 2018. Ahora bien, ¿Los
políticos de turno tomarán
en consideración estas respuestas
de la población? Difícil
saberlo.
12 • FEBRERO 22, 2018 EDITORIAL
Discriminación racial y sexual en el trabajo
es dañina para las mujeres de color
EPor: Dra. Dnika J. Travis l nuevo informe titulado
Day-to-Day Experiences
of Emotional Tax Among
Women and Men of Color in the
Workplace (Experiencias cotidianas
de impuesto emocional
entre mujeres y hombres de color
en espacios laborales), publicado
por la organización internacional
no lucrativa Catalyst, señala que
la mayoría de las mujeres de
color, específi camente aquellas
que se identifi can con ascendencia
asiática, negra, latina y
multirracial, pagan un “impuesto
emocional” en sus trabajos en
los Estados Unidos, realidad que
afecta su salud en general, su
bienestar y sus posibilidades de
prosperar.
Debido a que algunos empleos
subvaloran sus aportaciones únicas
al trabajo, hecho aunado a la
discriminación o trato desigual en la
sociedad, las mujeres de color están
constantemente “alerta” a la exclusión
por razones de sexo, raza y/u
origen étnico.
Las mujeres de color siguen lidiando
con algunos de los más persistentes
obstáculos en los espacios
laborales, como la desigualdad salarial
y la práctica invisibilidad en
puestos de liderazgo, además de los
desalentadores bloqueos que entorpecen
un diálogo fructífero, capaz de
conducir a un avance real.
Con el tiempo, estas batallas cotidianas
pasan una pesada factura a
las mujeres de color, generando un
vínculo perverso entre su salud y su
trabajo. Asimismo, debido a las consecuencias
del impuesto emocional,
las compañías tienen que empezar
a tomar medidas deliberadas para
evitar posibles repercusiones en sus
negocios y en la salud y el bienestar
de su personal.
Las mujeres de color sufren la imposición
de la pesada carga que implican
los comportamientos excluyentes.
El 58% manifi estan sentirse siempre
alerta e igualmente reportan mayor
probabilidad de tener problemas de
sueño que pone en riesgo su productividad
y capacidad de contribuir plenamente
a sus trabajos. Además, afecta
las decisiones que toman para su vida
laboral, pues 38% reporta una mayor
probabilidad de pensar frecuentemente
en renunciar a sus trabajos.
Al estar siempre con sensación
de constante alerta, las mujeres de
color se ven presionadas a trabajar
más y desempeñarse mejor que sus
colegas. Así lo reportan las asiáticas
(51%), negras (58%), latinas (56%) y
multirraciales (52%). Y más de 40%
de las empleadas se sienten alerta
porque anticipan alguna forma de
discriminación racial/étnica.
* Vicepresidenta de investigación
de Catalyst.
Opinión